La nueva Reforma del Sistema Financiero tiene como piezas clave las provisiones y la valoración de los activos. Una explicación de qué significa esto y la insuficiencia de su cuantificación está perfectamente explicada por Sala i Martín.
No obstante, por mi parte quiero poner el énfasis en los límites de su alcance. Tuve una magnífica profesora de Contabilidad en el IESE que nos enseñaba como las operaciones contables te hacen más feliz o más triste porque te suben o bajan los beneficios, pero ni te hacen más rico ni más pobre si no hay movimiento de caja (de dinero efectivo) en paralelo.
Pues bien, la reforma del sistema se basa en un movimiento contable que consiste en provisionar pérdidas y por tanto reducir el beneficio; pero nada más. Por tanto: ¡más tristes e igual de pobres! Con esto quiero decir que puede servir para poner en orden las cuentas, mejorar la transparencia e incrementar la credibilidad de las entidades financieras españolas. Pero no aporta de manera directa la liquidez que necesitan las Cajas (perdón, el sistema financiero) para empezar a funcionar, dar créditos y, por tanto, ganar dinero con la intermediación financiera que es su negocio y misión.
En definitiva es necesaria la aportación de liquidez por valor de 70.000 millones de euros que representa el 7% de nuestro PIB. O quizá sean 100.000 y el 10 % del PIB.
¿Cómo implementar semejante operación?
Crear el banco malo que compré a valor real (aproximadamente el 50%) los activos tóxicos. Por tanto, los bancos reconocerían dichas pérdidas y estarían más tristes pero a cambio recibirían en líquido el otro 50% y serían más ricos para iniciar de nuevo su actividad crediticia que es lo que necesitamos de ellos. Por el otro lado, el comprador tendría unos activos que probablemente podría rentabilizar en 10 años o más.
¿Quién tiene dinero y tiempo para comprar los activos del banco malo?
- Por el lado privado probablemente sólo podemos mirar a China o a los países árabes. Pero más allá de su disponibilidad para hacerlo, cabe preguntarnos en qué medida es prudente depender financieramente de aquellos a los que compramos las materias primas; es decir, aquellos que nos tendrían que conceder créditos para comprar sus productos.
- Por el lado de las instituciones internacionales tenemos la posibilidad de ser rescatados por el mecanismo europeo y por el FMI, pero probablemente con unas condiciones que «la calle» no aceptaría. Recordemos que Irlanda y Portugal avalan con su Fondo de Pensiones la devolución del rescate.
- Por el lado público nacional sería con cargo a Deuda porque con cargo a los PGE duplicaríamos nuestro déficit. Más allá de que la deuda no deja de ser una operación de déficit diferido, la pregunta es ¿Quién la compraría? Si la respuesta es el mercado internacional no habría problema (aunque esto nos vuelve a llevar a China y a los países árabes). Pero si la respuesta es el mercado nacional, es decir el sistema financiero nacional, volveríamos a engordar la bola de nieve como llevamos haciendo los últimos 4 años: el Gobierno emite deuda para poder ayudar a las entidades financieras y ésta la compran ellas mismas.
¿Qué es lo que interpreto que espera el Gobierno con la reforma? Interpreto que al poner en orden las cuentas esperan que las entidades ganen credibilidad y por tanto puedan acceder a los mercados financieros. O quizá sólo busca ganar tiempo para seguir buscando y negociando la financiación por parte del sector público o privado exterior.
En mi opinión, la opción más viable será la participación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) en la recapitalización del sistema financiero, lo cuál será posible a partir del mes de julio. Por tanto, negociando que las condicionalidades no se impongan a la economía en su conjunto, sino al sistema financiero rescatado. Es difícil, pero si en algo sobra experiencia en España es en negociar financiación europea y vivir en el límite de las condicionalidades y requisitos que la UE nos exige para su ejecución.
Enrique Martínez Cantero
Experto en estrategia y gestión pública por el IESE
CEO en Red2Red Consultores